martes, 22 de julio de 2008

Muñecotes de peluche con valores


No sé qué tipo de mente simple diseña muchos de los peluches que se comercializan, pastelosos y feos a partes iguales. Los niñ@s nos dan mil vueltas en lo que respecta a masa gris y a pensamiento lateral, y me parece una falta de repeto hacia ellos que los tratemos como si les faltara un hervor. Tampoco sé porqué tienen éxito muñec@s que ensalzan valores como la competencia exacerbada, el éxito fácil, la violencia, o la intolerancia a la diferencia.

Imbrincada en mis propias elucubraciones sobre cómo nos manipulan sibilinamente desde nuestra más tierna infancia para crear ejércitos ingentes de pines y pones uniformes y acríticos, he descubierto estos muñecotes deshinibidos, divertidos y un pelín gamberros, que nos enseñan valores tan necesarios como el respeto a la diferencia (son diferentes y muy amigos), a la belleza interior (no son guapos al uso pero sí muy tiernos y resultones) y a la idea de que todo el mundo tiene derecho a ser querido, venga de donde venga y sea como sea. Por otra parte son una magnífica herramienta para que los peques cojan confianza cuando les toque quitarse el pañal, porque no dejan de ser lo que podríamos llamar unos Pipi-Caca de peluche.
No sé porqué no los comercializan aquí, donde una de nuestras máximas figuras del pesebre es el caganer y donde los exabruptos más utilizados tienen que ver sí o sí con la escatología.
Se llaman Pee & Poo, como no podría ser de otra manera, y son suecos... pero universales.

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