domingo, 17 de agosto de 2008

Trozos de pastel perfectos

La cultura mediterránea puede tener muchas cosas pero una de las mejores es que lo celebramos todo. ¿Que hace sol? lo celebramos, ¿que llueve? lo celebramos, ¿que casi nos toca la lotería? lo celebramos, ¿que es domingo? cómo no celebrarlo... Y para celebrarlo nada como un pastel. De nata, de chocolate, de zanahoria (umm, éste está delicioso, lo comimos en la fiesta de cumple-año de A. y fue un éxito. Lo compramos en un lugar encantador llamado Born Cooking al lado de casa). Incluso hay pasteles con nombres propios que dan nombre a la misma fiesta para la que se hacen, como La Mona*.

Si contáramos los kilos de azúcar que nos zampamos con cualquier excusa la media estaría muy por encima que en el resto del mundo en países como España o Italia. Por éso no entiendo cómo aún no hemos solucionado todavía el tema de cortar las raciones de manera que no acabes destrozando el pastel, hecho que ocurre en la mayoría de casos. Por éso este invento es increíble, por su sencillez y por su utilidad. A partir de ahora no hay excusa para cortar en pedacitos meridanamente perfectos el pastel de tu fiesta.

*La tradición de la Mona de Pascua se remonta a siglos atrás. Antiguamente la Mona era un rosco adornado con huevos duros. Hoy en día se mantiene la figura del huevo, aunque de chocolate. En Cataluña se celebra el Lunes de Pascua comiendo estos típicos pasteles que, con el paso del tiempo y de la mano del gremio pastelero, se han convertido en auténticas esculturas de chocolate. Según la tradición, los padrinos regalan la Mona a sus ahijados el Lunes de Pascua y suele comerse en familia este mismo día, festivo en Cataluña, poniendo el punto final a la Semana Santa. Hay quien dice que el origen de la palabra “mona” se remonta a los árabes, que regalaban cestos de huevos pintados de colores, llamados “munna”, como símbolo de amistad. Otros consideran que proviene de los romanos, que se regalaban “monus”, que eran huevos duros con pasta de pan. Sea como sea, desde la antigüedad el huevo ha simbolizado el nacimiento y la resurrección.

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