A. disfrutó de la Abuela, la Tata, el Tiet-dels-tomàquets, Monix, un poquito de J. mientras estuvo despierto y (tachán-tachán) de The Princess -con la que sale en la imagen-, que podríamos decir que es su sobrina-prima, o algo así. Cada vez se percibe mejor que están condenados a entenderse, o lo que es lo mismo, a pegarse, a pelearse, a gritarse, a darse ternuras y a quererse muchísimo.
The Princess, que es la niña más bonita-divertida-juguetona-mandona-lista-cariñosa del mundo, observa con curiosidad todo lo que hace A. porque claro, se llevan nada más y nada menos que cinco laaaargos meses, que es una eternidad, y tiene que aprender todavía muchas cosas de él, que le saca lo menos trece dientes de ventaja. Y A. hace como que no la mira pero la mira como quien no mira, controlando que ella a su vez le mire para que él pueda continuar enseñándole con cierto aire de chulería de quien ya ha visto muchas cosas, éso tan difícil que es vivir, y que a su edad se resume en: 1. Andar sin tropezarse demasiado; 2. Gritar más fuerte que el otro, perros incluídos; 3. Controlar el territorio quitándole todas y cada una de las cosas con las que ella osa jugar. Y 4. Pegándole y/o abrazándole de vez en cuando por motivos que, aunque parezcan arbitrarios para el resto de los mortales, tienen su razón de ser. A todo ello The Princess demuestra, a sus casi diez meses, una serenidad y una harmonía consigo misma que le permiten pasar olímpicamente de A. cuando a éste le atacan ínfulas terratenientes con todos los juguetes que, dicho sea de paso, son de ella.
Nos bañamos, nos bañamos y nos volvimos a bañar, comimos paellita rica de la Abuela y melocontocitos del huerto del Tiet dulces dulcísimos, y la Tata hizo el mejor cortado-con-hielo que he bebido jamás mientras el día iba pasando delicioso dedicado a los charloteos intrascendentes e importantísimos para recuperar la salud mental que va deteriorándose en el día a día. A. estaba exultante. Jugó tantísimo y se lo pasó tan pero que tan requetebién, que fue sentarlo en la sillita del coche y dormirse todo uno. Se despertó ya en Barcelona.
Adoro esos días familiares. Me dan fuerza y me calientan por dentro. Disfrutar de la familia tendría que ser un derecho de tod@s l@s niñ@s del mundo y proporcionársela de forma estable y estructurada -y con estructurada me refiero a que el niñ@ pueda percibir que es un cimiento desde donde crecer y donde se puede sentir a salvo, pase lo que pase- un deber de cada madre/padre, porque el calorcito que recibe es el mejor para su autoestima y además le permite concretar poquito a poco su identidad... con todo el amor del mundo.
Deseo un Día Delicioso como el nuestro para tod@s l@s de 0 a 225 años, árboles centenarios, tortugas y elefantes incluídos.
Ah, por cierto, con que el día de ayer ya está marcado en mi vida con una huella imborrable y lo recuerdo con la misma ternura de los recuerdos antigüos, he aplicado a la imagen ese efecto, como si la imagen fuera de hace cien años. El programa se llama Bakumatsu Koshashin Generator, y es japo, claro.BSO: Facto de la Fe y Las Flores Azules - El Indio
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