Cuando tengo que escoger un color y me pongo la pantonera delante siempre me da como un vértigo inexplicable, una emoción de montaña rusa centralizada en la boca del estómago. No sé si es por la inmensa gama de colores o por mi incapacidad manifiesta de decidirme entre demasiada oferta. Seguramente éso no me pasaría si me pusieran un ejemplo de la aplicabilidad del color, como hacen en las guarderías, que para explicar qué es un pato, la educadora enseña a los niñ@s una imagen del susodicho mientras les dice que hace cuac-cuac. Por éso me ha parecido genial la idea de Julie Cloutier de hacer una pantonera dedicada a los colores de su ciudad, Nueva York, y además con imágenes incluídas. Igual que hay un naranja butano o un rosa chicle, ahora hay un verde centralpark o un gris pista-de-hielo-del-rockefeller-center ¿A que es una idea preciosa?
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