El verano hace que aflore en mí mi lado más frívolo. Con ese estado anímico del dolce far niente en el que estoy semisumida, me ha encantado esta idea, que es el summum de la frivolidad o cuando la frivolidad alcanza su climax de inutilidad -casi- absoluta. Estoy hablando de este invento de Hermès: una fiambrera de lujo para transportar... una manzana, u-n-a. Un objeto de deseo absolutamente fetichista ni siquiera para unos pocos ya que éste ha sido un encargo especial realizado en exclusiva para un cliente.
Una manzana real cubierta por una manzana golden de cuero, fabricada en piel Gulliver, forrada de una carcasa en paladio inoxidable realizada por Puiforcat. La correa bandolera lleva un estuche para cuchillo con mango de cuerno. ¿Coleccionismo o snobismo?
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